En la primera noche del Obon (el festival budista que honra a los espíritus), un Samurai viudo llamado Ogiwara Shinnojo meditaba afuera de su hogar cuando una hermosa mujer pasó cerca de la casa. Ogiwara se enamoró a primera vista de la mujer que se llamaba Otsuyu y allí mismo le juró amor eterno. Ella, al ver que el Samurai era sincero le correspondió y ambos hicieron votos de amor eterno. Desde entonces, Otsuyu empezó a visitarlo cada noche pero siempre se marchaba antes del amanecer.
Un amigo del Samurai fue a visitarlo en una ocasión, tocó varias veces a la puerta y al no tener respuesta se asomó por una ventana. Se horrorizó al descubrir a su amigo dormido en su cuarto con un esqueleto al lado y enseguida fue a pedir ayuda a un monje, este le dijo que el Samurai estaba bajo el hechizo de un fantasma y por la mañana colocó un amuleto en la casa para que la mujer no pudiera entrar de nuevo. Por la noche Otsuyu fue a visitar al Samurai pero no pudo pasar, así que comenzó a llamarlo con voz dulce. Ogiwara no pudo resistir y fue tras ella. Al día siguiente, el monje encontró una tumba abierta en el patio del templo y dentro estaba el cuerpo sin vida de Ogiwara abrazado a un esqueleto. Era la tumba de una mujer que había muerto sola intentando encontrar el amor verdadero, en vida era tan hermosa que ningún hombre se atrevía a hablar con ella y en su desesperación visitó a una bruja para preguntarle sobre su futuro amor. Con el tiempo la bruja se cansó de sus visitas constantes y la maldijo, por su obsesión nunca podría descansar hasta que no encontrara a su verdadero amor, incluso después de la muerte seguiría vagando por el mundo. Por eso, se cree que el Samurai era su amor verdadero y que por fin, Otsuyu descansa en paz junto a su amado.
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